martes, 22 de octubre de 2013

Genios ingeniosos

En Sicilia, unos años antes de que Cristo naciera, vivía un niño muy perspicaz al que le encantaba descubrir nuevos retos. Estas andanzas suyas eran conocidas en toda Siracusa, su ciudad natal. De vez en cuando llegaba a casa hecho un desastre y su madre tenía que prepararle un barreño de agua caliente para que se diera un baño. 
El observador chiquillo se dio cuenta de que cada vez que se metía en el barreño, el nivel del agua subía. Un día que su madre estaba un poco pachucha decidió llenar el barreño de agua hasta el borde y al introducirse en el, se desparramó todo el agua al exterior. Y así fue como Arquímedes descubrió un principio físico que llevaría su nombre. 


Este cuento es ficticio aunque está basado en el hecho real del descubrimiento del Principio de Arquímedes.

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